Para dar consciencia al ruido y la importancia tanto del silencio como del tono relajado, en el comedor la APYMA ha puesto un semáforo tricolor.
¿Qué es eso? Se trata de un avisador del volumen de voz. A través del volumen de la sala el semáforo va cambiando de color para que de este modo todas las personas presentes puedan tomar consciencia del exceso de decibelios.
Desde el servicio de comedor se entiende que es muy importante comer en un ambiente de tranquilidad y agradable para que todo se digiera de la mejor manera.
Desde el servicio de comedor se entiende que es muy importante comer en un ambiente de tranquilidad y agradable para que todo se digiera de la mejor manera.
Nuestros hijos e hijas forman parte de una cultura en la cual en ocasiones parece que tiene más razón la persona que habla más alto. Lamentablemente lo vemos a diario en los medios de comunicación, en la calle, en el cole… Estamos habituados a hablarnos alto, muy alto y ello no facilita el encuentro, el respeto, el escuchar distintas voces. Gritamos cuando estamos felices, cuando el enfado nos embarga, gritamos por sistema. Es triste que cuando viajamos se nos reconozca por el volumen de la voz.
Cuando el comedor se convierte en un espacio de ruido absoluto nadie come a gusto. Por ello es importante el respeto al semáforo. Es interesante que se hable de ello en las casas para que reconozcamos en primer lugar el tono con el que nos tratamos ya que en ocasiones nos entregamos a la elevación del mismo con mucha naturalidad. También nos gustaría que este nuevo elemento nos sirviera a toda la comunidad escolar para reflexionar sobre un tema tan relevante. El tono está muy unido a la capacidad de escucha, al silencio. ¡Es difícil aprender y enseñar con tanto ruido!
Cuando hay ruido fuera sólo nos muestra que dentro de nuestras cabezas también lo hay. ¡Démosle el placer del silencio, de la escucha activa, de la palabra amable y del tono relajado y suave a nuestro universo y se nos devolverá lo mismo! Es cuestión de empezar desde nuestras casas.
Además, así podremos escuchar otros sonidos diferentes. ¿Qué tal dedicar dos minutos al día a escuchar el tambor primigenio de nuestros corazones y los de los seres más pequeños de la casa? ¿y el sonido de las hojas de los árboles al caer?¿y el de las gotas de lluvia sobre nuestros cristales?
Felices escuchas